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Cronica.-

En ocasiones la mejor excusa es la forma perfecta de hacer unos kilómetros en moto, y digo MOTO en mayúsculas porque esta vez  la madrileña se quedo en casita compuesta y sin novio, y con cara melancólica (creo que puso) cuando se cerró la puerta del garaje delante de ella, pero no solo de vespa vive el hombre, y a aquellos que nos gustan las dos ruedas y un manillar de hierro no podemos depender de una solo moto por mucho cariño que puedes tener a un hierro como la madrileña, esta vez fue la grande  de la familia, Honda Transalp 650, una moto para dar la vuelta al mundo tres veces y no enterarse uno de los kilómetros, aunque sigo pensado que los kilómetros en vespa tienen una magia especial, por eso en este fin de semana pensé muchas veces  en la madrileña, sobre todo en las grandes subidas a los míticos puertos Franceses, donde con la Transalp solo miraba la curva siguiente que se aproxima rápida y veloz, muy al contrario que con la Madrileña que parece que con su parsimonia y delicada velocidad te deja mirar al infinito de esas cumbres que se alzan hasta más allá del cielo esta vez con nieblas arropándolas como estrellas con recuerdos impasibles hasta alcanzar la inmortalidad de un cielo azul como potro sin domar.
Fue un fin de semana genial donde pudimos apreciar Isabel por primavera vez,  y un servidor por alguna vez mas,  la grandeza y la majestuosidad de los pirineos, la diversidad de parajes  que inspira respeto y admiración por mucho que los veas, los regatos (que diríamos en mi pueblo) aquí son cascadas directamente colgadas del mismo cielo que discurren en enormes lagrimas por laderas de ríos habladores  con susurros cristalinos como lamentos grabados en lienzos abstractos.
Me gusta la sensación de ir sentado entre dos ruedas que giran en ocasiones a ritmo distinto, es como si me acariciaran unos ojos negros, como una canción de cuna que mi mami me cantara desde donde esta (cuanto la echo de menos y cuanto la quiero), esa sensación de respirar y notar que el aire tiene el poder de la vida, de que los cinco sentidos se multiplican y que eres tu quien  estas en ese preciso momento surcando el momento divino de saber que estás vivo.
En otras ocasiones hago un" ejercicio" de...  cómo explicarlo...a ver, mirar por encima de la visera del casco e imaginar  que ya no estoy, y veo que todo sigue igual, que aquel edificio que veo a lo lejos  perdurara por muchos años y yo no lo veré, que  el mar será azul y otras veces verde, gris o con pinceladas de violeta y la vida seguirá, y yo no estaré, e imagino miradas y pieles que ya no tocare,  pero no por eso me entristezco, noooo, son simples sensaciones de sentir los kilómetros encima de una moto con toques normales de pensamientos en la soledad  de uno mismo, no oigo, pero veo, es como otro mundo aferrado a un manillar con la sensación dulce de soledad... y mientras, los kilómetros pasan y quien sabe donde estará la soledad de imaginar.  
 Fue un fin de semana genial donde pudimos ver la grandeza de la fe en Lourdes, la fe de las personas por lo divino, por lo no visto, pero no por eso menos deseado, vimos también, como de la fe de unos, otros hacen negocio de la mezquindad haciendo la señal de la cruz,  amor a Dios , amor al alma, amor a los euros , amor al yo mismo, sin pensar en el prójimo, son sensaciones de razones que nadie me podría explicar aunque hiciera un esfuerzo por comprenderlo, para mí la religión, Dios, o como queramos llamarlo, esta dentro de cada persona y sus gestos, sus acciones, en su mirar , en su besar, en su forma de dar AMOR en mayúsculas.
   Fue un fin de semana genial donde pude ver la grandeza una vez mas de una persona como Isabel,  fue un fin de semana genial...
En casa sin novedad.
Ser felices
Manuel Martin  (MAMU_56)

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