A pesar del madrugón que me pegué valió la pena hacer unos kilómetros por la archiconocida y preciosa ruta hacia Gandía, donde  el verdor del Saler  se funde con los arrozales de Cullera en las primeras horas de la mañana y donde los fuertes colores anaranjados junto con los rosas y rojos incandescentes del despertar del día dan un brillo especial al agua del mediterráneo que desde el faro de Cullera, uno de los dos que quedan en la provincia de Valencia pintado de blanco nuclear en pleno Cap de Cullera.  Subo bordeando su trono en  Punta Negra y cruzo la ciudad dejándola atrás para ver la desembocadura  del rio Júcar por un viejo puente metálico, su historia de años siempre perdurara en sus cimientos de hierros luchando contra el salitre y la humedad que da estar cerca de él, el rio y la mar, el mar.. enfrente a él un nuevo puente, " obra emblemática" se alza altivo y domínate con su juventud de arquitectos bien, de  seis anchos carriles y adornado con fajín de hormigón armado.
Cojo la  rotonda que está debajo  del " altivo y domínate "y nos adentramos en la  CV 605 carretera que más bien parece un camino rural pero que a mi particularmente me encanta porque transitas entre cañas y vegetación autóctona, aunque se tiene que circular con una precaución sin límites pues a su estrechez hay que sumar la gran cantidad de baches y ciclistas que por ella circulan, hasta llegar a una rotonda antes de llegar al Grao de Gandía donde ahora sí, la carretera, es acorde con las normas para la conducción.
Ya en la Plaza Prado se encuentran expuestas para gozo y regocijo (como diría el otro) las vespas, Lambrettas y demás cachivaches llegados ya de los confines de la provincia y comarcas colindantes a esta.
Como siempre nos tomamos nuestro tiempo para saludar a los amigos "que alguno hay", conocidos,  invitados y allegados del lugar, seguidamente pagamos la inscripción y nos adentramos ya en el mundo" a veces" tan surrealista  como es lo que se está convirtiendo el Vesperil, ¡¡pero bueno¡¡, como somos peces viejos y aprendemos mas de ver que de enseñar, intentamos nadar siempre con la corriente y pasar a mimetizados como las gambas para observar y disfrutar de este ambiente de olores y colores al "dos por ciento".
El almuerzo que nos ofrecieron los amigos de La Safor como siempre perfecto y preciso para nuestros estómagos con variedad y sentaditos a la sombra que aunque el sol no apretaba como días atrás, aun se hacía notar  si debajo del estabas mucho tiempo, luego la entrega de algunos reconocimientos por haber llegado hasta estos lares  y de los que fui objeto de uno de ellos, ¡¡Gracias¡¡, siempre tan atentos con migo los amigos de la Penya Vespa La Safor.
Después la salidita siempre por las calles de la ciudad donde cada año veo más personal a nuestro paso hasta llegar al puerto y de allí al paseo marítimo donde la Playa Nort está a estas alturas de Septiembre con muchísimo personal, y desde aquí este año nos llevaron a visitar los Humedales en el Marjal  que se encuentra junto a l’Alqueria del Duc y l’Ullal Gran. No lo conocía y me pareció un espacio para el recogimiento y la lectura debajo de cualquier zona verde de las muchas que tiene este espacio junto con su estanque, precioso lugar.
Más tarde la comida en un lugar ya conocido como es el restaurante Flamingo de otros años y otra salida hecha por aquí y donde se come de maravilla, un diez por la elección a la Penya, después el sorteo de regalos, los postres y para casita que es gerundio (que dice mi papi).
La vuelta la hice con unos amigos de Valencia hasta la capital del Turia y después solito hasta casita disfrutando de la gran tarde que hacía para rodar en vespa en el Levante Español.
Lo mejor de todo como siempre la Madrileña, perfecta para hacer kilómetros.
En casa sin novedad
Ser felices
Manuel M. (MAMU_56)

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