Pues más o menos eso es lo que yo estaba sintiendo cuando decidí dar un giro de timón y poner rumbo a casita.
Serian sobre las 11´30 horas de la mañana del domingo 22 de Noviembre, mañana soleada pero con un frio que se podía sobre llevar conduciendo la Madrileña, el aire era lo único que molestaba la conducción un poquito por una carretera de segundo orden en el interior de la Extrema y dura, pero mis ojos se alimentaban viendo a lo lejos y competían con el mágico arco iris que surgía del reflejo del Sol  a lo lejos, las dehesas extremeñas verdes como si de un jardín cultivado exprofeso en plena serranía  entre Coria y pasada Moraleja cerca de Valverde del Fresno por donde quería pasar a Portugal y llegar a Penamacor  ya en el país hermano, pero la Madrileña me hizo un amago de gripaje (uno mas), y fue un momento de reflexión en el viaje, me pare cerca de una de esas paredes de piedra que dividen los campos hace cientos de años en esta Extrema y dura, el verde de los abigarrados encinares que se extienden sobre las llanuras y las pequeñas serrezuelas de este boscoso rincón de la  Extrema y dura separados con una vieja verja y al otro lado unos "guarrinos" que me miraban como incrédulos y poco interesados en mi, cojo el móvil para ver el tiempo y veo que me queda poca batería (pienso, raro), como mi idea era ir hacia Santiago de Compostela por Portugal, llamo a la Guardia Civil de tráfico para que me den una idea de cómo está el tiempo por la zona y me dicen que regular, veo en el móvil que el norte está con lluvia y en algún caso nieve y que las temperaturas bajan por momentos, al igual que la batería de mi móvil, pongo el cargador en la toma de la vespa y dice que nones, cambio al otro y más de lo mismo, y entonces... es el momento de pensar, la Madrileña con gripadas, el tiempo empeorando por momentos,  y el móvil prácticamente muerto.
Tengo la opción de seguir o de hacer una retirada a tiempo y salir hacia casita, (tengo que cruzar España de Oeste a Este) me cabreo con migo mismo, pero es hora de ser lo más coherente y lógico posible, dos cosas antagónicas a mí, la coherencia y la lógica, pero me hago mayor  y parece ser que esas cosas entran con la edad, y decido poner rumbo a San Juan de Moro.
Así que vuelvo por mis pasos y dejo a Coria detrás, quería entrar en Plasencia y no paro, decido ir a Guadalupe y pedirle a la virgen, (tan devota mi mami de ella) que me eche un empujoncito y me ayude a llegar a casita, son sobre 150 kilómetros de retroceso pero que es eso con los que ya llevamos.
Llegamos sin más incidentes, el Real Monasterio de Santa María de Guadalupe monasterio situado en la localidad de Guadalupe, (Cáceres). Fue declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad en 1993, precioso cuando se ve desde la carretera pero más imponente es el interior, entro a ver la Virgen y ella presiento que me mira, apenas fueron segundos pero sé que llegare a casa, los no creyentes dirán que son manías, yo le llamo fe.
Compro un cargador por si son los cargadores el problema del móvil pero no, la batería paso a mejor vida, así que lo peor que me podría pasar es que la Madrileña tuviera una avería  y no poder llamar a la grúa en pleno viaje.
Pero volvamos hacia atrás, al principio del viaje, a la verdadera razón del viaje que no era otra que el evento que todos los años en mi pueblo se hace por estas fechas los  Clasicos Alcollarin 2015, un año más se sobrepasaron los participantes, hubo overbooking un año más, el trabajo que todo un humilde pueblo (no quiero resaltar a nadie por encima de nadie) con su ayuntamiento a la cabeza, con mi amigo Isidro que lucía una gorra que el año pasado le regale, (gracias por ese gesto) un símbolo y un orgullo para todos los Alcollarinejos, un pueblo que cada amanecer en la dehesa extremeña  se  ofrece a todo el que quiera pasar un día con buena gente, con buenas porras con cafelito caliente, migas hechas por manos expertas, chorizo y  panceta de los "guarrinos" engordados  en las dehesas de la Extremadura, con ese vinillo que hace saltar la alegría escondida entre sus grados, de gente noble, trabajadora y  complaciente con el visitante a esta vendita tierra de contrastes, fantasía hecha entre alcornoques y jara verde, de encinas y pedregales, de sobriedad granítica, de cielos estrellados de noches extremas y duras, mi tierra, mis genes, mis ancestros fueron y seguirán per saecula saeculorum como abono divino, como sol y aire, como el trinar de pájaros en trigo color oro, como los gurriatos, como el grito agudo de lechuza en noche de amores buscados.  
No quisiera dejar de dar las gracias a mi tío Pepe que hizo posible que un buen señor "no recuerdo el nombre de este buen hombre" me soldara el portaequipaje de la Madrileña que estaba roto total, gracias, gracias, mil gracias.
Antes de llegar aquí visite Jaén y la anécdota en la provincia fue que al hacer la foto con la madrileña donde ponía provincia de Jaén, no la puse bien el caballete y ella solita mientras hacia la foto vi como se cayó a un pequeño barranco en el cual menos mal estaba lleno de hierba, la odisea fue sacarla yo solo, ¡¡joer¡¡ menos mal que uno fue terrenero y algún truco saque de la chistera para poder sacarla de dicho sitio que os aseguro estaba difícil, pero no fue problema gordo, en marcha y dirección  Granada, ya la madrileña me daba algún aviso que otro en forma de gripaje estuve en Málaga, se lo debía, con el amigo Sergio  (Duranium, para los vésperos), me alegre verle, hacía tiempo que no nos dábamos un abrazo, buena gente válgame Dios, de ahí hasta Gibraltar, tenía una ilusión desde hace muchos años que cumplí entrando a ese "cacho" de tierra, continúe camino por Cádiz, Sevilla y por fin Alcollarin.
Lo siguiente a estas letras esta en las primeras letras, por que el llegar a casa desde Tomelloso donde dormí el domingo fue menos odisea, el frio...el intenso frio que hacía en las llanuras que se extienden sobre una gran llanura, limitada al norte por la Sierra de Campo de Criptana y el fuerte viento de costado me manejaba como vela en barco de papel ni que decir tiene que eche de menos las fotos de Isabelita que yo no pude hacer, el llegar a Valencia fue un bálsamo a tanto infortunio, no digo mala suerte porque el estar en casa de nuevo siempre es bienvenido, comí con Isabel y Antonio que me supo a gloria bendita porque me relaje y me sentí a gusto.
Luego el camino hasta mi casa fue un camino  pensando en lo bueno y lo menos bueno de los kilómetros recorridos, de las vivencias de cinco días con migo mismo y mi Madrileña, recargando pilas, viendo esta España, bella por donde la mires, pero no me sentí  tan a gusto con este viaje como con otros que hice, no sé porque, creo que me faltaron esos kilómetros que me deje en la chistera...si Dios lo quiere
CONTINUARA........


En casa sin novedad
Ser felices
Manuel M  (MAMU_56)

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