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Hacia tiempo que quería poner una selección de algunas de las muchas fotografías que tengo de la España interior, de la España olvidada, de esa que las autopistas, autovías y los coches  modernos han escondido a todos los viajeros de una España sencilla y escondida a los ojos y sentidos de un tiempo que no volverá.

Pequeños pueblos rurales, incluso deshabitados que todavía mantienen intactas las añejas costumbres de una forma de vida rústica, casas derruidas por el paso del tiempo en parajes difíciles de olvidar en mi mente.
Ríos de agua dulce y colores de cielos que han modelado su impresionante discurrir por montañas ocultas en la lejanía del interior patrio.
Grandes valles mas haya donde mis ojos no llegan a alcanzar ver, y donde mi vespa me llevara a visiones donde mi corazón restaurado latirá al son de vientos nunca encontrados y jamás olvidados, siempre amigos, que me arropan en calles de piedras al caer la tarde en una España de mil colores,  colores vibrantes azules en el despertar de cualquier rincón, cuando la mañana se despereza cálida y el día canta.
Mientras, entre montañas cuando los últimos rayos del sol y los atardeceres violetas, verdes, amarillos,  rojizos, anaranjados, nos envuelven con la paz que solo el interior de la España olvidada nos da.
Yo seguiré recorriendo esta piel de toro con mi vespa hasta que el cuerpo aguante o simplemente Dios diga hasta aquí, por que hay tantas cosas que ver, que sentir, que vivir.

Ser felices

Manuel M.  (MAMU_56)

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