Pues eso me pasó a mi en el momento que puse el pie en la palanca de arranque de mi Madrileña, me sentí sin nervios, tranquilo, ilusionado, contento, saciado de sentir que la mañana asomaba por el este como el gato ronea sobre la esquina de una ventana buscando el sol del día.

La mañana era fresquilla, pero no fría, limpia, perfumada y suave, me gustaba, el aire entraba en mis pulmones puro, filtrado…arranca a la primera patada la Madrileña como si hubiese estado esperando este gesto mío hacia siglos, el aire puro ahora se mezcla con el olor a gasolina, me gusta ese olor, es como meterme un chute de vida por las fosas nasales, tomo asiento y noto como me abraza mi amiga la vesta, me ajusto el casco, guantes y la chaqueta, me santiguo y engrano la primera, suelto embrague, ultima mirada (veo a Isabelita con sonrisa triste) y salimos con parsimonia sin prisas, queriendo guardar cada segundo de esta mañana.

Parece toda una vida lo escrito en estas primeras letras y en tiempo real son dos minutos escasos.
Dejamos atrás San Juan de Moro, y ya en la CV 16, cogemos la CV 10, poco tráfico a estas horas de la mañana, los primeros kilómetros pasaban a la velocidad de un rallo, notaba buenas sensaciones en la Madrileña, y toda vía no me daba cuenta los kilómetros que por delante me quedaban.

La primera parada para repostar y descansar fue en Villena, ya en la provincia de Alicante, todo iba perfecto y mis sensaciones a esta altura del viaje estaban siendo un viaje de autodescubrimiento de mi mismo, de mis sensaciones olvidadas, de recuerdos en otros kilómetros, de otras rutas al anochecer.

A partir de aquí el viaje se hizo un poquito imprevisible pues hasta este momento lo tenia todo controlado, la ruta la conocía como la palma de mi mano, pero eso de conocer en mi es difícil de prever, amen de que se han hecho mil autovías, cuando yo quería ir por un sitio el navegador me mandaba por otra ruta, así que casi fue una lucha entre el y yo, reconozco que casi siempre tenia razón el, pero años antes, recuerdo que nunca encontrabas una autopista, ahora no encuentras una carretera de segundo orden ni perdiéndote, me viene a la mente ese dicho que habrás escuchado alguna vez que una ardilla podía ir desde Gibraltar a los Pirineos de rama en rama sin necesidad de pisar el suelo de la cantidad de árboles que existían, ¡¡pues eso¡¡, se podría decir de las carreteras de segundo orden, ¡¡ya existen poquitas¡¡ una autentica pena, por que se pierde ese romanticismo de ver pequeñas aldeas y lugares olvidados por el mundo, curvas no escritas en navegadores que eran hojas de papel de otras épocas.

Dejamos atrás la provincia de Murcia con la Huerta de Murciana en plenitud de tierras fértiles en las proximidades de las riberas del río Segura y su red de afluentes, un seguro de vida para esta región.

Lo bueno de viajar en vespa es que te da tiempo a ver por donde pasas, “te recreas” mil veces en lo que tus ojos quieren ver siempre sin dejar de mirar la carretera, el paisaje cambia por momentos, los olores como el paisaje, la luz como los olores, y disfrutas en cada lugar, en cada situación por que la felicidad no está en tener lo que se desea si no en disfrutar de lo que se tiene cada día.
Mi intención de ir pegado a la costa lo máximo posible, se evaporo cuando me di cuenta que en vez de seguir por la A7, cojo la N340a, la verdad es la única ocasión que me alegre el perderme, pues salía de la odiosa autovía, me gusta mucho mas rodar por esta carretera, aunque los camiones parecen gigantes queriéndome engullir por momentos de la escasa distancia que dejan entre la trasera de mi vespa y su enorme frontal, creo notar en ocasiones como mi compañero de viajes “el peluche” tiembla el pobrecito, luego cuando paro, me mira con el miedo en el cuerpo.

Pero otra vez mas desembocamos en otra autovía ahora la A92, tengo que repostar y veo que la costa queda lejos, me decido por seguir hasta Granada y de paso hacer una fotografías a la Alhambra.

Noto que a la vespa le cuesta coger la velocidad de crucero que hasta ahora llevábamos y empiezo a pensar a que puede ser debido esta falta de fuerza, la verdad es que en ocasiones cuando llevas tantos kilómetros al menor cambio piensas que algo falla, pero no me había dado cuenta que estábamos en plena cordillera penibética y al ir por autovía las cuestas son mas prolongadas, hago una prueba y compruebo que la Madrileña estira bien, que el ruido no ha cambiado y me quedo mas tranquilo.
La temperatura a pesar de que no era tarde, bajaba por momentos, y me doy cuenta que hace tiempo voy por la Vega de Granada, bordeando Sierra Nevada y que lo que yo creía eran nubes bajas encima de la sierra al acercarme pude comprobar que era nieve, ¡¡cantidad¡¡ de nieve, paré para hacer una fotos y estirar piernas, Sierra Nevada, me pareció desde la lejanía un lugar precioso, tanto por su paisaje amplio y luminoso, como por su majestuosidad, me pareció un lugar de ensueño desde la lejanía, era la primera y si puede ser, no la última visita a este lugar, es otra cosa que debo agradecer a la Madrileña el que me transporte a lugares jamás pensados por mi.

Reanudamos la marcha y ya en Granada me adentro en sus calles, no es la ciudad que yo recordaba de años a tras, veo una ciudad moderna, y entro en el antiguo barrio cerca de la Alambra, con fachadas espectaculares, pequeños cafés, terrazas y pequeñas tiendas artesanales, creo recordar que es el barrio de Albaicín, donde están los espectaculares jardines de la Alambra, con estrechas y empinadas calles de adoquines en la ladera de una colina transitadas por muchos turistas, más hermosa si cabe es ver la nieve de Sierra Nevada desde este privilegiado lugar.

Pasear por el barrio Albaicín es adentrarse en los orígenes moriscos, su profundo olor a jazmín, increíbles jardines con mil verdes para ver, árboles frutales, colores de sol y sombras difusas cuando la tarde cae entre los rincones de su bien mas preciado, la Alambra, no pude subir al mirador de San Nicolás, me dijeron que desde su altura se puede ver la grandeza y la belleza sin igual de la Alambra cuando la tarde cae, me quede con las ganas y la promesa de volver.

Decía el poeta Garcia Lorca… Quiero bajar al pozo… quiero subir los muros de Granada
para mirar el corazón pasado… por el punzón oscuro de las aguas…
 

Reanudo el viaje con dirección a Málaga, quería visitar a Sergio, pero cerca de Cuesta la Palma, en el desvío que tengo que tomar me confundo otra vez y salgo dirección Sevilla, en mi descargo tengo que decir que la carretera tiene las mismas siglas A92, también tengo que decir que a demás tenia una letra A92M la de Malaga, no me entere, y eso que el “amigo” TOMTOM” me repetía que me diera la vuelta, decidí no volver a tras por las horas que ya eran, no quería que la noche se me echara en cima,

Me quedaban dos horas aproximadamente de viaje, las peores, por que la autovia A92M es tremendamente aburrida, largas rectas con largas pendientes y cortas bajadas, para mas inri el sol de cara durante casi toda la tarde hace agobiarme un poquito.

Estamos llegando y veo Sevilla a lo lejos, son las 21´25 horas, el estomago se me encoje, noto como el bello se me eriza por la emoción del trayecto recorrido, le doy unas palmaditas a la Madrileña de agradecimiento, me siento emocionado, satisfecho, contento y feliz, inmensamente feliz, me santiguo por que he conseguido un nuevo record con migo mismo 1087 kilómetros de una vez con mi Vespa., me acuerdo de muchas cosas, de personas a las que quiero y están preocupadas por mi locura, llamarlas será lo primero que haga cuando llegue al hotel… Mañana será otro día.

El Viernes me desperté tarde, quise apurar un poquito el descanso por que tenia todo el día para visitar y conocer una Sevilla desconocida para mi, pero mi primera sorpresa fue que a las 10 de la mañana cuando abrí la ventana de la habitación la ciudad estaba cubierta con un manto de blanca y espesa niebla, las calles vistas desde mis atalayas como guerreo vigía parecían obscurecerse aún más bajo aquel blanco manto, opte por quedarme en el hotel hasta medio día en que la niebla empezó a levantar su blanco y húmedo vuelo.

Que os puedo decir a quien conocéis esta ciudad, simplemente preciosa, un lugar pintoresco y maravilloso, mi paseo por la Catedral, la Giralda, los Reales Alcázares, el Parque de Maria Luisa de lo mas bonito que pude observar, donde los paseos romántico de enamorados de mil años se han tenido que hacer miles de promesas y sentimientos.

Justo al lado tenéis la plaza España en forma de herradura, y la plaza América. La Torre del Oro junto al río Guadalquivir majestuosa y dominante de mil guerras pasada por ella, la Maestranza «Catedral del Toreo» en los aledaños de la plaza se encuentran estatuas dedicadas a los toreros sevillanos que más han triunfado en la misma destacando entre ellas la de Curro Romero, ¡¡por su puesto¡¡ hice una foto a mi Madrileña con su estatua, por que también ella es grande entre las vespas, los puentes… yo me quedo con el Puente de Triana, es uno de los emblemas de la ciudad y el más famoso de Sevilla y probablemente también el más hermoso, y os podría estar contando dos días todo lo que vi, sentí y goce en esta maravillosa ciudad hasta que Antonio (uno de los organizadores del evento) me llamo para que me uniera a ellos, y poder estar un ratito y cenar. Me quedaron cosas por ver, entre ellas la virgen de La Macarena, pero volveré a verla, si Dios quiere
Fuimos un grupito a cenar “no recuerdo el lugar ni los nombres de todos los que estuvimos, cosa normal en mi” estuvimos hablando de nuestra afición la vespa, luego prontito a dormir que el sábado era el día grande del 5º Encuentro Vespa Club Sevilla.

Y el sábado amaneció con la misma blanca niebla que día anterior, perezoso el sol Sevillano pensé yo, me dispuse a recoger a los Murcianos Juan e Isabel (esta pareja también se les tendría que hacer un homenaje, por que con su 125, van a todas las concentraciones que pueden siempre en cima de su vespita, ¡¡chapo¡¡) en el otro hotel y nos encaminamos hacia el lugar de encuentro, ya estaba todo dispuesto y listo para coger bolsas y el desayuno.

Primeros saludos a conocidos y no conocidos, y aquí si que voy hacer un punto y aparte para intentar contaros el recibimiento por el personal sevillano ¡¡TODOS¡¡, querían conocer a “ese” que se había hecho casi 1100 kilómetros encima de una vespa de un tirón, me preguntaban cosas, se interesaban por todo lo que había pasado en el viaje, me saludaban “creo yo” entre admiración y locura por este loco de las vespas.
 

Desde aquí GRACIAS GÜENAGENTE, a todos, por vuestra comprensión, amabilidad, pero sobretodo por vuestra amistad.
La mañana seguía con el fresquito y nosotros camino de la barcaza para cruzar el Guadalquivir, impresionante el momento en que se sube a la barcaza y cruzas el río, es poco tiempo pero intenso, lo quería fotografiar todo, ver todo, y sentir todo, al otro lado estaba el “almuerzo”, el único pero que podía poner a la organización, “creo que el bocata era demasiado grande y blando”, jejejej, para los de levante el almuerzo es primordial.
Desde aquí ya nos dirigimos a la comida, divertida como siempre en estos eventos, con sabores muy andaluces, con la alegría que solo existe por estas tierras.

Después para el hotel, descansar un poquito por que a las 21 horas ya estábamos delante de la Maestranza como una ganadería de miuras dispuesta a cortar orejas y rabo en nuestra vuelta triunfal por las calles de Sevilla.

Y aquí si me pongo serio y pongo un gran CERO al ayuntamiento de Sevilla por dejar solos al Vespa Club Sevilla, ni un solo municipal se acerco para “controlar” y AYUDAR al personal por la noche (cosa que si hicieron por la mañana), gracias a Dios no hizo falta por que si algo sobra en este mundo de vespas es cordura, pero quiero preguntar desde esta ventana a quien corresponda, ¿si la seguridad ciudadana no entra en un evento como este?, acaso los sevillanos no pagan sus impuestos para tener una mínima seguridad en eventos como estos. Ni se, ni me interesa saber de que partido es el alcalde, pero desde luego tendrían que pensárselo muy mucho los Sevillanos si todo lo hace de estas maneras.
La organización nos llevo a un lugar de copitas guapo, pero la cena un poquillo escasa, así que nos fuimos unos cuantos a cenar por nuestra cuenta, y os aseguro que nos quedamos como el tío kilo, que diría mi mami.

Antes de terminar ya nos había llamado Antonio “el jefe” de la organización para decirnos que nos es paraban para los regalos, así que volando estuvimos en el chiringuito, la fiesta estaba en pleno auge, luego se entregaron los premios y a mi me toco al mas lejano, desde aquí daros las gracias al presidente y toda la organización del Vespa Club Sevilla por vuestro buen trabajo, vuestras muestras de cariño y afecto, por el premio recibido y por ser como sois, grandes personas.
La noche llegaba a su fin, y yo siguiendo con mi tradición me despedí de los menos posibles, no me gustan las despedidas, siempre intento irme igual que vine con la ilusión de vernos otras veces.

El domingo me desperté con la ilusión de la venida, con la de hacer kilómetros, no os quiero cansar mas con mis cosas, pero a ultima hora tuve que cambiar mis planes de hacer una pequeña vuelta por Extrema dura, ¡¡lo siento Andrés” la alergia me estaba haciendo de las suyas en mis ojos y tuve un poquito de miedo a que se agravara y no pudiera cumplir con mi propósito de llegar a casa con la vespa.

Así que opte por la fácil, y era hacer la ruta mas corta 763 kilómetros y la única parada “larga” en Úbeda, llamada «la ciudad de los cerros».
Y así lo hice, llegue a la ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad sobre las 11´30 horas, tenia tantos recuerdos, tantos sentimientos de juventud.
Aquí empecé a construir mis próximos años, mi futuro, no puedo decir que no me costo el acoplarme, aunque ahora creo que nunca me acople, pero el resultado no me puedo quejar, entré donde me pase nueve meses, cuando empuje la puerta principal retrocedí 32 años en el tiempo, abrí la puerta y accedí al gran patio central y sin apenas darme cuenta mi vista fue a la escalera donde pase mi primera noche en aquel lugar meditando si me marchaba o me quedaba, seguí recorriendo las instalaciones como si el tiempo se hubiese parado recordaba cada rincón, cada momento en este lugar, me acorde de personas que compartieron este espacio con migo y que ya no están, que vimos el sol y las estrellas, que nos gustaba contemplar desde las palmeras que daban al horizonte de miles olivares los atardeceres de mil colores diferentes, que teníamos nuestros anhelos he ilusiones y que a ellos se los arrebataron por la intolerancia de personas que ni se quieren ellos mismos, desde ese lugar les hice mi pequeño homenaje particular de los sentimientos agarrados al alma como aquellos quereres de bendita juventud, como las ilusiones que les arrebataron del mañana…os recuerdo compañeros…os recordare siempre.

Salí con la sensación de haber borrado otro capitulo de mi vida, con la satisfacción del deber cumplido como nos enseñaron, no volví a mirar hacia atrás.

Mi penúltima parada fue en Alacuas, ya en Valencia, para poder dar un abrazo a Isabelita, la eche de menos estos días, ¡¡che¡¡, me tenia preparada una comida como ella solo sabe hacer…asiassss.

El viaje hasta casa fue placentero, siempre estos últimos kilómetros son como disfrutando de un triunfo, alegre, degustando de olores y colores tantas veces sentidos, sin correr, como no queriendo cerrar esta puerta, recordando todo lo vivido estos últimos días y dando gracias a Dios nuevamente por dejarme hacer lo que realmente me gusta… vivir, en la vida hay momentos que nunca se pueden olvidar, y estos viajes nunca se me olvidaran, como tampoco que una simple vespa pueda hacerme temblar al sentir tantos sentimientos, a mi amiga la vespa tengo tanto que agradecerle, como a mi hijo, no me olvido nunca de el siempre esta con migo y de esta manera lo siento, por eso siempre le daré las gracias.
El próximo viaje al sentimiento será o no será, habrás mas soles, habrán mas azules en el cielo, atardeceres con lluvias finas como lágrimas, pero lo que yo no se es si después pueden haber mas días para vivir…por eso en la vida hay momentos que nunca los podemos olvidar.
Ser felices

 

 

 

En casa sin novedad

Manuel M. (MAMU_56)

 

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